Los espejos del alma - Clarice Lispector
Desde la más remota antigüedad, los ojos han servido de
temas para poemas, ensayos, proverbios, leyendas, etcétera.
temas para poemas, ensayos, proverbios, leyendas, etcétera.
Los de Cleopatra (que se los maquillaba mucho, como las elegantes modernas)
eran tan célebres como su nariz y deben de haber desempeñado también un papel importante
en el cambio de destino de la humanidad.
La moda actual -insensata en tantos aspectos-, al menos por lo que se refiere a los ojos,
demuestra haber comprendido su importancia para destacar la belleza de un rostro.
En efecto, nunca ha habido tanto refinamiento en el maquillaje de los ojos como ahora.
Su forma es subrayada y alargada con trazos de lápiz; el rímel, que hasta hace bien poco tiempo
se limitaba al negro y al marrón, hoy se encuentra en los más variados matices de verde, azul, violeta o gris,
y un muestrario de sombras para ojos recuerda la paleta de un pintor abstracto.
Pero no sólo eso. Recientemente en París han salido sombras doradas y plateadas para la noche. Y Josephine Baker, la famosa cantante y bailarina "café au lait", ha lanzado la moda de pegarse en cada
párpado una pequeña piedra preciosa. De esta manera, cualquiera que quiera tomarse esa molesta (un trabajo casi de orfebre) podrá exhibir una mirada refulgente.
En cuanto a las pestañas postizas, en otro tiempo usadas sólo por las actrices en el escenario o en la pantalla, su uso se está difundiendo cada vez más, incluso de día.
Para que los ojos sean bellos, no basta, sin embargo, que sean grandes, que tengan un color especial o que estén maquillados con cuidado.
Es necesario que en ellos haya algo más. Porque, al ser "los espejos del alma" deben reflejar dulzura,
comprensión, inteligencia. En resumen, más importante que los ojos es la mirada.
Clarice Lispector.
Poeta blasileña
(1920 - 1977)
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